lunes, 12 de marzo de 2012

La telaraña de la vida

En 1854, el jefe Seattle indio suquamish Noah Sealth, realizó una encedida proclama de defensa del planeta ante el enviado del presidente Franklin Pierce de EEUU, que quería comprar la tierra de sus ancestros. 

“Sólo cuando haya muerto el ultimo árbol, el último río haya sido contaminado y el último pez haya sido pescado, nos daremos cuenta que el dinero no se puede comer”.

En el año 1992 Severn Cullis-Suzuki de 13 años, rememoró y honró, sin citarlo, al Jefe indio  Noah Sealth, ante la cumbre de Medio Ambiente y Desarrollo representando a ECO (Environmental Children’s Organization), con el siguiente pensamiento implícito en su discurso:

“Hola,

Soy Severn Suzuki y represento a ECO (Environmental Children’s Organization).

Somos un grupo de niños de 12 y 13 años de Canadá intentando lograr un cambio: Vanessa Suttie, Morgan Geisler, Michelle Quigg y yo. Recaudamos nosotros mismos el dinero para venir aquí, a cinco mil millas, para decirles a ustedes, adultos, que deben cambiar su forma de actuar. Viniendo aquí hoy, no voy a ocultar mi objetivo; estoy luchando por mi futuro. Perder mi futuro no es como perder unas elecciones o unos puntos en el mercado de valores. Estoy aquí para hablar en nombre de todas las generaciones venideras. Estoy aquí para hablar en defensa de los niños hambrientos cuyo llanto es ignorado por todo el mundo. Estoy aquí para hablar de los incontables animales que mueren en este planeta porque no les queda donde ir.

Tengo miedo de tomar el sol debido a los agujeros en la capa de ozono. Tengo miedo de respirar el aire porque no sé qué sustancias químicas hay en él. Solía ir a pescar en Vancouver, mi hogar, con mi padre, hasta que hace unos años encontramos un pez lleno de tumores. Y ahora sabemos que animales y plantas se extinguen cada día, y desaparecen para siempre.

Durante mi vida, he soñado con ver las manadas de animales salvajes y las junglas y bosques repletos de pájaros y mariposas, pero ahora me pregunto si existirán para que mis hijos los vean también. ¿Tuvieron que preguntarse ustedes estas cosas cuando tenían mi edad? Todo esto ocurre ante nuestros ojos, y seguimos actuando como si tuviéramos todo el tiempo que quisiéramos y todas las soluciones. Sólo soy una niña y no tengo soluciones, pero quiero que se den cuenta: ustedes tampoco las tienen; no saben cómo arreglar los agujeros en nuestra capa de ozono; no saben cómo devolver los salmones a aguas no contaminadas. No saben cómo resucitar un animal extinto. Y no pueden recuperar los bosques que antes crecían donde ahora hay desiertos. Si no saben cómo arreglarlo, por favor, dejen de destruirlo.

Aquí, ustedes son seguramente delegados de gobiernos, gente de negocios, organizadores, periodistas o políticos, pero en realidad son madres y padres, hermanas y hermanos, tías y tíos, y todos ustedes son hijos.

Aún soy sólo una niña, y sé que todos somos parte de una familia formada por cinco mil millones de miembros, treinta millones de especies, y todos compartimos el mismo aire, agua y tierra. Las fronteras y los gobiernos nunca cambiarán eso.

Aún soy sólo una niña, y sé que todos estamos juntos en esto, y debemos actuar como un único mundo tras un único objetivo. Aunque estoy enfadada, no estoy ciega, y, aunque tengo miedo, no me asusta decirle al mundo cómo me siento. En mi país derrochamos tanto… Compramos y desechamos, compramos y desechamos, y aún así, los países del Norte no comparten con los necesitados. Incluso teniendo más que suficiente, tenemos miedo de perder nuestras riquezas si las compartimos.

En Canadá vivimos una vida privilegiada, plena de comida, agua y protección. Tenemos relojes, bicicletas, ordenadores y televisión. Hace dos días, aquí en Brasil, nos sorprendimos cuando pasamos algún tiempo con unos niños que viven en la calle. Y uno de ellos nos dijo: “Desearía ser rico, y si lo fuera, daría a todos los niños de la calle comida, ropa, medicinas, un hogar, amor y afecto”.

Si un niño de la calle que no tiene nada está deseoso de compartir, ¿por qué nosotros, que lo tenemos todo, somos tan codiciosos? No puedo dejar de pensar que esos niños tienen mi edad, que el lugar donde naces marca una diferencia tremenda. Yo podría ser uno de esos niños que viven en las favelas de Río; podría ser un niño muriéndose de hambre en Somalia; un niño víctima de la guerra en Oriente Medio, o un mendigo en la India.

Aún soy sólo una niña, y sé que si todo el dinero que se gasta en guerras se utilizara para acabar con la pobreza y buscar soluciones medioambientales, la Tierra sería un lugar maravilloso.

En la escuela, incluso en el jardín de infancia, nos enseñan a comportarnos en el mundo. Ustedes nos enseñan a no pelear con otros, a arreglar las cosas, a respetarnos, a enmendar nuestras acciones, a no herir a otras criaturas, a compartir y a no ser codiciosos. Entonces, ¿por qué fuera de casa se dedican a hacer las cosas que nos dicen que no hagamos?

No olviden por qué asisten a estas conferencias: lo hacen porque nosotros somos sus hijos. Están decidiendo el tipo de mundo en el que creceremos. Los padres deberían poder confortar a sus hijos diciendo: «todo va a salir bien», «esto no es el fin del mundo» y «lo estamos haciendo lo mejor que podemos». Pero no creo que puedan decirnos eso nunca más. ¿Estamos siquiera en su lista de prioridades? Mi padre siempre dice: «Eres lo que haces, no lo que dices». Lo que hacen me provoca el llanto por las noches. Nos educan diciéndonos que nos queréis; los desafío: por favor, hagan que sus acciones reflejen sus palabras.

Gracias”.


“Hablar a los corazones, no a sus mentes". Lloramos y sufrimos porque estamos huérfanos. Damos gritos de esperanza por las “Deudas que nunca se pagan...”. Somos lo que hacemos, no lo que decimos. Nuestros actos no reflejan nuestras palabras. Somos lo que hacemos, no lo que decimos. Nuestros actos no reflejan nuestras palabras. La responsabilidad de los políticos y dirigentes, que libremente han elegido su obligación, es garantizar el bienestar presente de los ciudadanos y el futuro de nuestros hijos. Los seres humanos y el respeto a la dignidad es esencial, promoviendo progresar sin escondernos en el argumento. Por una Iniciativa Ciudadana por el Bien Común Europeo.  Quisiera , ayuda a difundir esta petición… http://cort.as/1d9S

Recomiendo vean el documental del biólogo David Suzuki.

Juventud – Discurso Severn Suzuki  (fragmento 2,21 min. de La telaraña de la vida)


“La telaraña de la vida”  documental 43 min del biólogo David Suzuki 




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