domingo, 6 de mayo de 2012

La Economía del Bien Común de Christian Felber

Aparentemente la democracia no es necesaria para la supervivencia del capitalismo. La represión concurre perfectamente con la especulación, la mano dura con el enriquecimiento y la corrupción con el todo vale, excepto que la gente despierte y se preocupe por la política y empiece a cuestionar su condición como ser humano y ciudadano. Iniciados los 60 los ingredientes fueron tomando forma. Una década después en los 70 el gran salto hacia adelante hasta el pujante y florido modelo de los emergentes, el experimento neoliberal ha ido afianzando su larga marcha fagocitando a su propio padre y a cuantos se ponen por delante.
Un economista alternativo presenta la teoría de “La economía del bien común”, que ofrece unos postulados perfectamente aplicables que darían la vuelta al modelo económico actual.

Documental 14 min.
Entrevista de 52 min.
Este es un resumen de la conferencia que ofreció Joan Antoni Melé, subdirector general de Triodos Bank, en la Universidad Europea de Madrid el 15 de diciembre de 2011 durante la IV Jornada de Finanzas: Banca ética.


Entrevista a Christian Felber, profesor de Economía de la Universidad de Viena y autor de “La economía del bien común”

“Las empresas no son un fin en sí mismo sino instrumentos que deben servir al bien común”

Es un fenómeno que está irrumpiendo con fuerza en el Estado, a pesar de ser un desconocido hasta hace solo seis meses. La economía del bien común es un nuevo modelo económico que ha surgido en medio de la crisis como alternativa al capitalismo y a la economía planificada
Leído y pasado por Julen Lizaso en Iniciativa Debate
by Carlos Etxeberri – 6 de Mayo de 2012
Fuente: noticiasdegipuzcoa.com 
    El profesor de Economía de la Universidad de Viena, Christian Felber, posa para el fotógrafo en la facultad de Sarriko en Bilbao.
    El profesor de Economía de la Universidad de Viena, Christian Felber, posa para el fotógrafo en la facultad de Sarriko en Bilbao. (Foto: zigor aldama)
    BILBAO. Como si fuera un misionero, el profesor de Economía de la Universidad de Viena Christian Felber está recorriendo el Estado dando a conocer un nuevo modelo económico basado en los valores de la dignidad humana. A instancias de la Asociación Arizmendiarrietaren Lagunak, recientemente ha estado en Bilbao, donde ha pronunciado una conferencia y ha tenido un encuentro con empresarios y agentes sociales.
    ¿Cómo definiría la economía del bien común?El profesor de Economía de la Universidad de Viena, Christian Felber, posa para el fotógrafo en la facultad de Sarriko en Bilbao.
    Es un modelo económico alternativo a los dos grandes modelos históricos, que son el capitalismo y el comunismo. Es una propuesta que plantea que el objetivo de la economía es la satisfacción de las necesidades, la elevación de la calidad de vida y la creación del mayor bien común posible. Por un lado, se trata de resolver la contradicción de los valores en favor de las relaciones intrahumanas que deben ser las directrices del comportamiento económico. Cuanto más humanas, honestas, solidarias, cooperativas, generosas, democráticas y ecológícas sean las empresas, más éxito económico tendrán. La segunda razón es que en las Constituciones de los países existen valores que van desde la dignidad humana, pasando por la justicia y la solidaridad, hasta la misma democracia, que no se viven en la economía porque no se demandan por ninguna ley. El tercer motivo es que si queremos conseguir esos objetivos tenemos que redefinir el éxito económico tanto en el nivel de la macroeconomía de cada país como en cada empresa.
    ¿Quiere decir que su propuesta puede ser una alternativa al actual modelo capitalista?
    Totalmente, porque invertimos el modelo actual en el que la economía tiene como fin la obtención de unos beneficios por otro en el que se convierten en unos instrumentos cuyo fin es lograr el bien común. Hoy en día, el crecimiento del capital y de los intereses sobre el mismo son el fin, mientras el bien común u otros objetivos como pueden ser la creación de empleo, el mantenimiento del bienestar social, las pensiones y las prestaciones sociales, son objetivos secundarios. No hay ninguna relación segura fiable entre el éxito capitalista y el bien común. Incluso puede ser al revés. El capital y la propiedad privada pueden deteriorarse en favor de los demás factores que, en mi opinión, son el propio objetivo del proceso económico. Por eso, hay que invertir el orden y fijar el fin del proceso económico y el capital como un medio para un fin y no al revés.
    ¿Esto significa un cambio en la estructura económica actual al situar el capital y sus rendimientos a favor del bien común y del bienestar social?
    Exactamente. El dinero no es el objetivo del intercambio sino que es un medio. Todo el mundo está de acuerdo. En el día a día, tenemos que comer, dormir y abrigarnos. Lo mismo ha pasado con el beneficio financiero en las empresas, que son necesarios pero no deben ser el objetivo.
    ¿La economía del bien común es un nuevo modelo económico, un movimiento político o una respuesta ante la falta de salida a la crisis?
    La crisis refuerza la economía del bien común pero sus planteamientos vienen de antes. El movimiento tiene dos vertientes; una de ellas tiene un componente empresarial, a partir de un planteamiento ético en la gestión de las empresas, y la otra se presenta como un movimiento político, por encima de los partidos, que demanda otro marco legal para que las empresas que viven esos valores tengan mayor peso que aquellas que no lo viven.
    ¿Se trata de hacer un cambio jurídico político de la actual situación?
    Falta ese cambio constitucional. Tenemos objetivos y valores, pero nos falta esa parte concreta para poder desarrollar ese modelo.
    La economía del bien común despunta en octubre de 2010 cuando la crisis hacía tiempo que había estallado ¿Por qué en ese momento y no antes?
    La razón es que no tiene que ver directamente con la crisis sino que es fruto de un proceso de compromiso político por parte del movimiento Attac de Austria, fundado en el año 2000 y que tiene carácter internacional. En una primera fase, se trataba de desarrollar alternativas a la globalización capitalista y al control de los mercados financieros. Hubo un sinnúmero de propuestas concretas y la contestación en el debate público fue en el terreno de los valores, empezando por la eficiencia, el rendimiento, el beneficio y el crecimiento económico. Tras el análisis y el debate de estos valores salió espontáneamente una nueva estructura que dio lugar a este nuevo modelo económico.
    ¿Cuales han sido las reacciones que ha tenido este movimiento focalizado en Austria y Alemania?
    Aparte de estar en Alemania y Austria, la economía del bien común se ha desarrollado también en Suiza, en la zona norte de Italia y ahora en España, adonde llegamos hace seis meses y donde se está implementando de manera muy rápida, hasta el punto de que a día de hoy hay ya alrededor de unas 100 empresas dispuestas a aplicar el balance del bien común este año. En total, contamos con unas 620 compañías que participan en la economía del bien común en Europa.
    ¿El modelo cooperativo de Mondragón tiene algo que ver con los valores de la economía del bien común?
    No conozco muy bien la Corporación Mondragón pero me parece que coincidimos en los mismos valores.
    ¿Euskadi puede ser un referente en la aplicación del modelo de la economía del bien común?
    Creo que sí, porque en las cuestiones de participación de los trabajadores en la propiedad, gestión y los resultados de la empresa es un modelo. Por eso está en la primera edición del libro La economía del bien común, editado en agosto de 2010 como primer ejemplo de economía del bien común, porque a nivel mundial es uno de los ejemplos más destacados del camino que queremos recorrer.
    ¿Alguien le ha dicho que los planteamientos que propone pueden pecar de cierta ingenuidad?
    No, porque los que están en contra defienden intereses del poder y esos no ofrecen ninguna alternativa. Nosotros ofrecemos una alternativa muy convincente que tiene un mayor peso natural de los que están en el poder. Los que están en el poder solo tienen el peso violento y a larga sucumben y desaparecen. Nosotros defendemos muchos valores que son compartidos por la inmensa mayoría de la población.
    ¿Este es el momento del cambio del orden en la economía mundial?
    Podría ser. Hay propuestas de economía alternativa en casi todos los países. El modelo de la Corporación Mondragón es un ejemplo de lo que ahora está ganando fuerza en el mundo. Es una cuestión de conciencia global y las alternativas que están germinando van ganando fuerza. Cada día se abren más puertas a favor de la economía del bien común. El primer ministro de Austria organizó un acto de apoyo a la economía del bien común y varias regiones austriacas están proponiendo que las empresas apliquen el beneficio del bien común. En Italia, varios municipios quieren implementar el bien común, al igual que dos universidades en Alemania.
    En su propuesta establece una progresividad de la propiedad privada, en función del tamaño de las empresas y deja para el sector público las infraestructuras, transporte, sanidad y educación ¿A qué se deben esas diferencias?
    Las empresas son unos medios, unos instrumentos que deben servir al bien común. No son un fin en sí mismas, ni tampoco lo es la propiedad. La propiedad es una libertad y todas las libertades tienen sus límites en el momento en que se empieza a restringir la libertad de los demás. La única libertad en la que todavía no hemos puesto estos limites es la propiedad privada, lo que no quiere decir que todos podemos tener la libertad de tener una propiedad que nos permita una vida digna. Tenemos que poner un límite para que unos no se hagan demasiados poderosos frente a otros. Lo mismo pasa en las empresas. Cuantas más personas participen en la toma de decisiones, la responsabilidad y la propiedad de las empresas y más democrática sea su organización, más ventajas tendrán.
    En salarios, usted plantea una horquilla salarial en las empresas con un límite de 20 veces más que el salario mínimo legal.
    En principio eran veinte , pero ahora se ha fijado esa proporción en diez. He desarrollado un juego que lo he usado un total de 400 veces ante unas 50.000 personas de seis países donde, previamente, sin decir nada pregunto dónde debe estar el límite salarial. El resultado es que hay una coincidencia en fijar como límite un tope máximo de diez veces más que el salario mínimo legal. No es mi decisión sino la de las 50.000 personas preguntadas.
    ¿También está en contra de que las empresas adquieran tamaño para poder competir?
    La competencia a nivel mundial para mí es anticonstitucional porque las empresas que cumplen con todos los valores éticos no pueden entrar en competencia con las que los rechazan. No se puede tratar igual a empresas desiguales.
    Entonces, ¿las empresas de economía del bien común no serían competitivas?
    Esa situación se resolverá aplicando tres principios. En primer lugar, en cada producto figurará un código de barras en el que aparecerá una franja con varios colores con la que el consumidor sabrá la clase de empresa que es para que pueda ejercitar su decisión de compra. En segundo lugar, las economías nacionales pueden decidir que aquellas empresas que tengan unas buenas cuentas de resultados no se les cobre aranceles, mientras que las que estén peor, en lo que se refiere al objetivo del bien común, tendrán mayores trabas para que al consumidor final los productos éticos y justos sean más económicos que los que no lo son. En tercer lugar, habrá reglas en las transacciones internacionales que pongan en valor y favorezcan la producción del comercio ético. Contamos con 17 indicadores del bien común, aunque únicamente pedimos el cumplimiento de doce con el fin de que las empresas no pierdan competitividad.

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