La esencia y naturaleza, casi universal, de las gentes del mundo científico, han logrado el reconocimiento de los gobernantes y del sentir general de la sociedad, de superar los límites del ideario condicionante religioso.
Sin duda, no es casual, si sirve al propósito de conservar la apropiación de sus logros para su adoctrinamiento y uso limitativo del ideario dominante.
Así pues, la revolución social tecnológica, queda pospuesta para más adelante, hasta cuando los acontecimientos vuelvan a desbordar la improvisación como referente de actuación de los gobernantes dirigentes.
Hasta aquí, aproximadamente de acuerdo. El problema surge en cuanto a la naturaleza esencial de la Ciencia y los límites de actuación en cuestiones para las que no tiene respuestas ciertas entre principios, valores e idearios los que sean.
Pueden haber reglas y limites para adquirir conocimiento y experimentar en la infinita ignorancia?. En principio no parece que sea razonable poner puertas al campo, salvo que queramos detener el progreso. Entonces, vale cualquier experimento?.
Veamos pues. En cualquier campo en que directamente el ser humano no se vea afectado directamente parece razonable que se actúe libremente sin más limitación que el conocimiento y los medios impongan.
En cuanto a los que afectan directa o indirectamente al ser humano habría que distinguir entre los que suponen llegar al entendimiento y comprensión de qué estamos compuestos, como interactuamos por sí mismo y con el entorno, sin rebasar los límites de dar respuesta cierta de las bondades de actuar en la dirección de investigación que sea con la finalidad de mejorar el bienestar general. La consecución de mejoras en calidad y bienestar universal, entiendo, deben de prevalecer a idearios o limitaciones dogmáticas sectarias, las que sean.
Ahora bien, cuando el campo de actuación sea susceptible de interpretación y las respuestas ciertas puedan ser varias por las causas que sean, mejor se deberían de abstener en pronunciarse en tanto no se encuentre la respuesta cierta, fuera de toda duda razonable y en especial para cuanto atañe directamente al ser humano.
No valen hipótesis para cuanto nos pueda afectar directamente. Los científicos y los políticos no deberían permitir la especulación en este terreno tan sensible y delicado en el que condicionantes culturales y religiosos, además de ignorancia en cuanto a respuestas ciertas no puedan responder.
En relación al aborto, no hay respuestas ciertas en cuanto a cuando empieza la vida y en consecuencia, cada uno debe de actuar conforme a los usos y costumbres de su entorno, respetando responsable y libremente la decisión en conciencia de cada cual, dentro de los límites cautelares de la ley.
Se debe de legislar con cautela y en defensa de la dignidad humana a salvo de actuaciones violentas y contra natura indeseables y, posiblemente se debería de privilegiar en cuanto a decisión a las mujeres, manteniendo una discriminación positiva en cuanto a digan u opinen los hombres.
En cuanto a los riesgos climáticos a consecuencia de la intervención del hombre, lo evidente parece que la calidad de las aguas, la polución en las ciudades y otros muchos síntomas palpables son nocivos para el ser humano afectando directamente. Otros sin embargo son más difíciles de establecer por la complejidad y actuación de la propia naturaleza, pero un principio parece evidente, la naturaleza no crea por si misma la contaminación.
Así, parece razonable, que para unos casos se debería de aplicar un importe dinerario directo en los productos que compramos y que contaminan en su proceso de transformación o producción para destinarlo a inversiones en investigación e impedir la contaminación o sustitución por otros modelos de fabricación que no contaminen.
Obviamente, también se puede optar por mirar para otro lado y dejar que los gobernantes utilicen a los científicos en secreto de espaldas a la sociedad, como ya sabemos sucede, además de la inacción y/o dejar correr a ver qué pasa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario